octubre 25, 2010

Pensando en nada que es como pensar en ti

Estoy sentada hace horas viendo pasar el desierto por la ventana. No sé si voy hacia algún lugar o me quedaré colgada para siempre en una duna. Si miro el desierto tengo que pensar. Y como no pasa nada pienso en ti que es lo hago cuando no quiero pensar en nada, como leí una vez. Pienso en ti que es como pensar en el desierto.


- Nuestra historia está escrita por cientos de pequeños instantes. Fragmentos de capítulos que no llegan a ninguna parte, breves escenas en las que de pronto tu mano se encuentra por error con la mía y a los pocos segundos se desvanece.

- Nuestra historia está contada en pasado y a veces con tanta ilusión en futuro, pero nunca en presente, porque tú nunca estás aquí.

- Nuestra historia son olores, gestos, miradas, risas y miedos. Es una lista de razones para no vernos. Es una canción en tu celular y palabras siempre equivocadas y a destiempo. Nuestra historia somos tu y yo tan lejos, tan cerca, siempre tan inciertos...
Y yo sigo creyendo que lo real son esos segundos, tu mano en mi mano, tu boca en mi cuello, tu cabeza en mi almohada.

- Como si siguiera coleccionando figuritas repetidas guardo una mirada en la mesa del almuerzo, una mirada fugaz que atrapé al vuelo y que guardo hasta hoy. Llevo un abrazo impertinente y cálido de una mañana cualquiera que me cuida y me abraza cuando no estás, como hoy, como casi siempre. Tengo un beso de despedida breve y tierno de una noche en que no regresaste más. A fin de cuentas no tengo nada, no te tengo.

- Y en palabras solo guardo las mías que no sé si hoy te las regalo o es que siempre fueron tuyas.

agosto 23, 2010

Haz algo que yo te pido

Yo no sé hacia dónde me estoy moviendo. No sé si avanzo un poco cada vez que me levanto de la cama y hago cosas y salgo al mundo y me enfrento a mis retos. No lo sé porque a veces cuando vuelvo sobre mis pasos y me escondo de nuevo en la cama, de pronto, siento que me pierdo en el mismo agujero. En ese espacio que aún huele a ti, donde me gritas lo que debía ser y nunca fue.

De pronto cuando me pongo nerviosa frente a otros ojos parece que he salido. De pronto sonrío y siento que sonrío y que es cierto. Pero no puedo seguir sin pedirte que por una vez hagas algo que yo te pido.

Olvídate de mi para ver si me borras de esta casa en la que fuimos tanto y terminamos siendo tan poquito que no alcanzó siquiera para seguir juntos. Olvídate de mi para ver si solo existo porque me piensas o si puedo seguir andando sin ti. Olvídate de mi porque yo quiero empezar a acordarme de otros nombres, de otros brazos, de otros besos. Olvídate de mi porque tengo miedo de que yo no pueda olvidarme de ti.

agosto 02, 2010

Después de mucho sin poder dormir

Hace tiempo que no me pasaba. La angustia de la madrugada. Hace frío pero la verdad no me importa, porque hace frío y no estás tú. Con tu roncar todo era menos complicado y aunque no lo creas era menos complicado dormir. No puedo trabajar y sigue la angustia. No sé cuántas horas más voy a postergar los pendientes. No sé cuándo colgaré la persiana, arreglaré la gotera del baño, compraré comida. No sé en cuánto tiempo más empiece a recomponerme.

Hay pedazos tuyos tirados por todos lados. Te encuentro cada vez que no te busco y cuando te busco te escondes y no te encuentro. La ropa de pronto ha vuelto a oler solo a ropa y no sirve para dormir abrazada a ella.

Yo he vuelto a ser solo yo. He vuelto a vivir realmente sola, sin complicidades ni responsabilidades compartidas.

No me importa si se inunda el baño. Ya no como en casa ni preparo fideos en salsa blanca con maní molido. Te culpo a ti de mi gastritis, a ti que no sabes de culpas solo sabes estar lejos.

Me asusta un poco tanto silencio, me asusta también ya no poder llorar, pero me asusta más tanto silencio.

Siempre encuentro una canción para cada momento. Siempre digo esa canción es para tal, para tal y cual, esa es para mi en este momento. Pero tú no tenías una canción, tú no aparecías en mis sueños y nunca tuviste una canción. Tal vez por eso tanto silencio. Tal vez por eso no quiero dormirme aunque tal vez solo sea porque no quiero despertarme.

Hay cosas que uno aprende con el paso del tiempo. Aprendes a ser responsable, aprendes a controlar tus impulsos, aprendes a leer, aprendes a sumar. Pero hay cosas que yo no aprendo. Siempre llega la noche en que ataca la angustia, la noche sola, silenciosa y eterna. Y como tú eres tú a no pensar en ti yo decididamente no aprendo.

Ahora veo Los Simpson sin volumen cuando estoy sola. Es como tú que estás ahí pero calladito, distante y doloroso como si hubieras vuelto. Ojalá te borrara la angustia de la madrugada. Y si no te borrara ojalá estuvieras aquí al desayuno, con esos panqueques, con leche chocolatada y con huevos revueltos.

Ojalá me dejes dormir con tus ronquidos y ojalá te mantengas lejos.

febrero 18, 2010

Siempre hay alguien

Siempre hay alguien que de pronto aparece y nos da un poco más de oxígeno. Porque a veces, con tanto calor, con tanta tontería, con tanta mala onda, respirar se hace difícil. Escribir también se hace difícil. Y aparece mi peor enemigo: el silencio. Pero hoy fue un buen día porque de tanto meterme en las redes sociales y tratar de entender y usar el dichoso pajarito Twitter, me encontré con una blogger amiga de este blog que me hizo sentir que a veces hay gente que nos lee y que recuerda alguna cosa ingeniosa, triste o loca que escribimos. Porque todos escribimos para que alguien nos lea -sí, incluso Salinger- y saber que alguien a quien nunca he visto se acuerda de mi ha sido una grata noticia.

No conozco el timbre de tu voz, no sé si te gusta comer mariscos o chifa ni si eres melómana y te gusta Beyoncé o Metallica. No sé en qué parte de Lima vives ni tampoco si eres real o solamente un nombre en una computadora. No sé si las cosas te han salido bien o mal hoy. Solamente sé que hoy me diste una razón para escribir. Y que tal vez podamos ser la "twitteramigas" o las "bloggamigas" o simplemente dos personas que comparten lo que escriben sin malas ondas, sin tonterías. Tú eres la chica de naranja así que yo tendré que ser la chica de morado (la chica de rojo ya está patentada por los de la pela)

Un video que hoy me dejó en mi muro otra de las personas que me dan oxígeno:

enero 12, 2010

Ya te extraño


Llegaste en mis brazos, dentro de una jaula de metal adornada con plásticos de colores. Antes de traerte a casa había ido unas tres veces a la veterinaria a hacer preguntas. Eso mientras convencía a tu papi de que era buena idea tenerte. No sé qué argumentos utilicé en ese momento. Te necesitaba. Pasaba por uno de esos momentos horribles de vacío. Había reservado matrícula en la universidad porque quería dedicarme de lleno a mi trabajo en un programa de televisión. Y al poco de dejar la universidad también tuve que dejar ese trabajo. Gajes del oficio, le dicen. Yo le digo una mala decisión o un mal jefe, da igual. Estaba sola en casa, sin trabajo, sin clases, llena de angustias. Y en un rapto de egoísmo decidí que tú sería mi salvavidas.
La primera vez que te puse sobre la palma de mi mano no llegabas a ocuparla por completo. Eras pequeñito y peludo como uno de esos coletes para el pelo que estaban de moda en los 90s. Te movías muy rápido. Tuve miedo de perderte de vista y te devolví a tu jaula. Tenías una de esas típicas ruedas de hámster. Eras tan pequeñito que te costaba hacerla girar. Puse tu jaula al lado de mi cama para observar cada uno de tus movimientos. Me preocupaba que no encontraras tu comida o que te resultara difícil tomar el agua del bebedero que funcionaba como un biberón. Traté de darte agua en la boca como un bebé pero aun me tenías miedo y rechazaste con tus manitas. Tus ojos eran grandes y negros.
Busqué información en Internet para poder cuidarte mejor. Leí que sueles ser más activo por las noches y que comes casi todo tipo de semillas, especialmente las de girasol. Que debía poner viruta en tu jaula y que no se te baña como a los perros. "Los hámsteres tienen un proceso de acicalamiento a través del cual se limpian". Eso debe ser lo que hacías cuando con tus manitas de cinco dedos te sobabas a toda velocidad la nariz rosada y diminuta. Creciste rápido. Todo el que te veía decía que eras un cuy. Fuiste el Cuy Mágico, fuiste Fuerza G, fuiste hámster Marley.
Al principio te dejaba libre. Te soltaba para que pasees por la casa (32 metros cuadrados de diversión). Te comiste los puños de dos de mis polos preferidos. Dejaste semillas sobre mi ropa interior. Mordisqueaste a muerte mis medias. Los paseos al aire libre terminaron y te compré tu bola transparente. Fuiste el niño de la burbuja. Aprendiste a escapar de tu burbuja y tuve que seguir sacándote de mis cajones de ropa.
Cuando cumpliste un año lo celebramos con nuestros amigos. Te cantamos Sapo Verde y soplamos una velita contigo (por ti). Cuando cumpliste dos años creí que eras de esos casos raros de hámsteres que viven hasta los cinco años. Te veía jugar en tu jaula nueva, modelo espacial, llena de túneles, que te habíamos comprado. Todos los días le decía a tu papi: "Efraín está vivo". Nunca habías estado enfermo, nunca creí que lo estarías.
Un día, casi de la nada, todo se puso feo. Estabas enfermo y, por suerte, yo estaba de vacaciones. Me dediqué un mes y medio a cuidarte. Te llevé al veterinario una vez a la semana, limpié tu jaula a diario, te di tus pastillas, curé tu piel. Te vi mejorar, te vi recaer. Nunca te vi sufrir, ni dejar de jugar y comer tus semillas de girasol. Cuando nos tuvimos que decir adiós te dije: "Gracias".

Extraño tus ruiditos nocturnos, extraño tu nariz rosada, diminuta. Tus bigotes veloces y tus orejas redondas. Extraño darte de comer a través de las rejas y que te escapes y aparezcas en mi cajón.
Ahora, vas a ir conmigo a todos lados. Y en la tierra donde tú estás dormidito sembraré un girasol. Nunca he sembrado nada pero lo prometo.