febrero 06, 2008

CHAMBA ES CHAMBA


A las seis de la mañana todavía se pueden encontrar algunos postes de luz prendidos. Todavía no están seguros si es de día o de noche. A las seis de la mañana todos los días son iguales, las personas que corren en el parque son las mismas, con los mismos perros adormilados y las mismas mallas deportivas. A esa hora lo único que está fuera de lugar soy yo.

Hoy es el cuarto día que mi despertador suena a las cinco y media de la madrugada y me despierto pensando que me he equivocado porque todavía es de noche. Me arrastro hasta el baño, me arrastro hasta el closet para sacar cualquier trapo que ponerme encima, me arrastro por las escaleras y me arrastro por la calle, cinco cuadras hasta la avenida Salaverry.

Mientras me alejo de mi casita pienso en las mañanas ricas que he disfrutado cuando no tenía trabajo. Pienso en las mañanas ricas que disfrutaba cuando tuve mejores horarios. Pero también pienso en la frustración que sentía cuando no hacía nada. Me consuelo mientras me duermo apoyada en el panel de publicidad del paradero.

Me pregunto si las personas que aman su trabajo asumen mejor los sacrificios que este implica. Yo odio mi trabajo. Algunos días más que otros pero en líneas generales, no me gusta. Me pagan bien, digamos, para alguien que aun debe algunos cursos en la universidad. Me tratan bien, bueno casi todos. Pero no estoy en el lugar que siento me corresponde.

Estudio periodismo, quiero ser periodista y siento que es lo único que amo hacer en realidad. Sin embargo, trabajo en un ministerio. Hago notas de prensa en las que no puedo imprimir ni un poco de estilo ni información enriquecedora. Solo lo que interesa al sector, excluyamos las noticias negativas hacia el ministro, démosle facilidades a la prensa. No se en qué momento empecé a referirme a los periodista como “ellos”, cuando siempre sentí que yo era una.

¿No se pasan más lentas las horas cuando no te gusta lo que haces? ¿No da más hambre o ganas de comer el estar aburrido? Lo que más disfruto es salir de la oficina, ir a alguna comisión, prender mi grabadora y fingir que voy a hacer una nota informativa chévere. Pero al mismo tiempo me siento un bicho raro, trabajando entre los periodistas pero sin serlo totalmente. Mirándolos desde el otro lado del espejo.

Es difícil conseguir trabajo en el Perú. Me consta. Me he pasado muchos meses sin trabajar, yendo a entrevistas improductivas, sin plata y deprimida. No tener trabajo puede ser muy agotador. Las miles de horas pensando en las posibilidades, las llamadas a todos los conocidos que te pudieran ayudar, las interminables horas de insomnio haciendo presupuestos de aire.

PERIODISTA MINISTERIAL
Ser parte del equipo de prensa del ministerio de Salud y tenerle fobia a los hospitales es una ironía poco divertida. Que tu primera comisión sea en un pabellón de niños quemados es demasiado cruel. Aunque llevarles a esos niños que lloraban y pedían a su mamá unos cuentos fue lo más gratificante de la semana antepasada. Esa ilusión de que se puede ayudar a la gente puede darnos un empujón para seguir en un trabajo que, a veces no es tan gratificante como se quisiera.

Hoy pude salir de nuevo de comisión. Hoy dieron de alta a Richard Nina, sobreviviente del infame derrumbe de una pared en La Victoria. Hoy fui al hospital Dos de Mayo dispuesta a hacer mi labor de prensa oficial pero con todas las ganas de olvidarme del chaleco del Minsa y reportear libremente.

En esas andaba, entrevistando a Richard Nina y ordenando a la prensa para que no se arme un alboroto en plena sala de rehabilitación, cuando de repente me atropelló el moreno reportero del canal 5. Lo increíble del caso es que efectivamente se apellida Morocho el maleducado y agresivo periodista que me pasó por encima y respondió con agresiones cuando le pedí discretamente que continuara su entrevista afuera, como habíamos quedado con todos los otros canales.

La ira llegó a su punto máximo cuando este sujeto me empujó y amenazó con la infantil frase ya vas a ver. Preguntó mi nombre e inmediatamente llamó a alguien, me imagino que para acusarme. La triste escena me hizo sentir enajenada del periodismo una vez más en el día. Ya no por no estar en un medio o por no tener la libertad de escribir una historia. Me hizo sentir fuera del círculo de los periodistas que se deshumanizan y que creen que conseguir la nota para el noticiero de las diez justifica tratar mal a la gente, meterse a la mala o impedir que pacientes de un hospital sean atendidos.

Pero como siempre digo, el periodismo es mi vida. No lo puedo evitar. Pero lo que si puedo evitar es dejar de ser persona por ser periodista

7 comentarios:

Mario dijo...

Damn... Esas cosas son lamentables. Lo curioso es que los puedes encontrar en todas partes, no solo entre los periodistas, para bien o para mal.

En mi caso, me he encontrado con clientes que paran de buen trato, y también con clientes que me han hecho odiar el dar un servicio. Frase gastada, en todos lados cuecen habas.

¿Sabes? Respeto mucho la labor del periodista en su labor de informar, señalar, criticar, promover una mejor sociedad. Una lástima los carniceros tras la noticia.

Abrazo,

carlost dijo...

Paciencia y buen humor... es lo único que te puedo recomendar... y te lo digo con algo de experiencia, pues se lo que es trabajar en un Ministerio (no aguante mucho tiempo, y terminé fuera antes de lo esperado), y también lo que es trabajar de madrugada (me despierto diariamente a las 2:45 am)... Si estás a disgusto en una chamba, sería bueno que vayas buscando alguna opción mientras que tienes trabajo, cosa que no estás en el aire en ningún momento... Luego, es cosa de tiempo... pero NUNCA dejes de sentirte periodista... si es tu vocación, siempre encontrarás alguna manera de ejercer... no te pierdas en la rutina y el conformismo...eso es muy importante tener siempre presente.
Por otro lado, me parece perfecto que le busques el lado positivo a las cosas que no te puedan gustar tanto... así se hace más llevadero todo!

Éxitos... y buena suerte en todo!

xandrux dijo...

Carroñeros hay en todos lados, y los patanes sobran en el periodismo y en otros espacios laborales, lo importante es no dejarse llevar por esta panda de cretinos que creen que son grandes reporteros por conseguir la nota, la portada o la exclusiva, aunque ello signifique maltratar, amenazar (mismo matón) o mancillar honras.

Tú, normal... con ser una persona decente ya tienes bastante para sentirte orgullosa y es mejor a formar parte de esa pandilla de hueleguisos profesionales.

Sigue buscando tranquila un lugar donde hacer lo que tanto te gusta.

Anónimo dijo...

Sacame ese rosado primavera-verano 1988 por favor...sere una lectora muy agradecida

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
. dijo...

Hola muchacha, sólo tómalo como una etapa muy pasajera, estoy segura que si la persigues las condiciones se van a dar lo mismo me estaba sucediendo en mi carrera pero ya algunas oportunidades se van presentando, recuerdo a un querido profesor de la pre que decía: "no se imaginan como me la paso bien aca y encima me pagan!", un día espero repetir esa frase ;)

Pappo Banton Texaco dijo...

sé que no eres de los periodistas que forman el 95% de la prensa peruana; tú eres buena. Ellos son lacra y los odio. Y es que personalmente detesto a los periodistas -en su mayoría- (no offense).